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lunes, 28 de noviembre de 2011

Entrevista con Atilio Pedro Castagnaro

Perfil: Atilio Pedro Castagnaro: “La tecnología tiene que servirle a la gente”
Ingeniero agrónomo (UNT), doctorado con orientación en Ingeniería Molecular de plantas. Integra el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (Insibio- Conicet - UNT) y es jefe de la sección Biotecnología en la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres ; profesor adjunto de Química Biológica (UNT); miembro del Comité académico del doctorado en Ciencias Biológicas (UNT) y asesor en Ciencias Agrarias en distintos organismos.
Atilio Pedro Castagnaro es testigo y protagonista de la Argentina compleja: estudió Ingeniería Agronómica en la UNT y se especializó en España, y volvió al país en 1994 en el marco de un programa de repatriación de científicos justo un mes antes de que el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, mandara a los científicos a lavar los platos. “Entonces estaba Raúl Matera al frente del Conicet; y él entendía la importancia de la ciencia”, argumenta Castagnaro, tratando de explicar cómo en un mismo gobierno - el de Carlos Menem- podían convivir dos mensajes antagónicos. No es la única paradoja que le ha tocado experimentar: Castagnaro, que es fundador de la filial Tucumán de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), integra un equipo regional que acaba de ganar un subsidio de 800.000 euros para desarrollar un “laboratorio virtual” de mejoramiento de la soja en el Mercosur, tema que para cierto “falso ecologismo” (así lo define él) resultaría incompatible con la prédica social.
Sin embargo, Castagnaro enfatiza, buscando las palabras justas, no sin antes señalar que él es “parte de un equipo”: “Yo no soy sólo un técnico ni mucho menos un tecnócrata. Y creo que cada uno, desde su trabajo cotidiano, puede, y debe, contribuir a la construcción de una sociedad más justa y solidaria”.
Ya de lleno en el beneficio que acaban de recibir, afirma: “ no se puede hacer ciencia y tecnología quedándose encerrado en una institución. Y mucho menos en países como el nuestro. Si uno quiere realmente competir y que esto llegue a tener un beneficio hacia el sector productivo privado o público y hacia la sociedad en su conjunto, tiene que buscar colaboraciones o asociaciones”. El beneficio son fondos que otorga la Unión Europea, pero es el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación el que evaluó la viabilidad del programa.


- ¿Por qué hay tanta sospecha recíproca entre Estado e independientes?
- Porque muchas veces en la Argentina se ha apostado al éxito en la investigación básica, pero ha sido muy difícil saltar o hacer una transición hacia la investigación aplicada que conlleve una verdadera transferencia tecnológica al sector privado. Eso es porque, a mi juicio, la investigación básica es más barata. Yo soy un convencido de que deberíamos hacer un esfuerzo hacia el desarrollo tecnológico de nivel; es decir, un desarrollo tecnológico capaz de producir cambios. En ese sentido, he elegido como lugar de trabajo la Estación Experimental, que creo que es la institución en el país mejor dotada para hacer desarrollo tecnológico y transferencia de tecnología en agricultura. Los brasileños están usando ese modelo: crear instituciones que estén gobernadas y mantenidas por los sectores productivos, pero que en realidad pertenezcan al Estado. A los investigadores los aporta el Estado, pero la línea de investigación o la pertinencia de la investigación la da el sector productivo directo.
- Es uno de los pocos ámbitos donde se rompe ese prejuicio entre Estado y productor...
- Así es. Y creo que esta es, también, una de las causas de que hayamos logrado lo que se acaba de conocer ahora: que el Ministerio de Ciencia y Tecnología ha negociado con la Unión Europea subsidios que no vengan a un país, sino al Mercosur, como si este fuera un Estado. Una de las exigencias para acceder a ese beneficio era que tenían que estar tres países del Mercosur; y que Paraguay debía ser uno de ellos, para equilibrar diferencias. También exigían una asociación entre Estado y empresas privadas. Aprovechamos contactos en los que veníamos trabajando, en Paraguay, en Brasil, en Uruguay, en la Argentina (con el INTA y con la empresa Nidera). Los grupos del INTA trabajaban más en girasol que en soja. Tenían una plataforma ya desarrollada para trabajar en genómica en girasol y los convencimos de que aporten ese conocimiento, incluidos los equipamientos que tienen para trabajar en soja. Es una propuesta interdisciplinaria, interinstitucional, en la que está muy presente el sector privado; pusimos énfasis en la distribución del dinero, para equilibrar las diferencias que existen en el Mercosur. Se pretende consolidar en el Mercosur un grupo de trabajo interdisciplinario que genere masa crítica en la región y que continúe con el desarrollo de tecnologías producto de los resultados de este y de otros proyectos. Nos seleccionaron, y por eso fuimos con Daniel Ploper , con Mario Devani y con Gabriel Vellicce, y nos entregaron este subsidio que rompe con el molde cultural de la forma de hacer ciencia y tecnología en el país.
- ¿Por qué rompe el molde? ¿Porque es asociacionista?
- Por eso, y porque tuvimos que decir qué iba a hacer cada uno, y cómo nos complementábamos para cumplir con lo que habíamos enunciado.
- ¿A qué resultados técnicos aspiran con su programa?
- Fundamentalmente, al mejoramiento de la soja, tanto por su capacidad para resistir la sequía como para defenderse mejor de patógenos que producen la podredumbre carbonosa y la roya asiática. Buscamos genes que están involucrados en estos procesos; esos genes provocan que haya que usar menos agroquímicos; por lo tanto, se hace una agronomía más compatible con la salud humana y ambiental.
- Usted cree en una agricultura sustentable...
- Algo es innegable; la Humanidad no puede vivir sin tecnología; y una de las tecnologías más primitivas, y las más actuales, es la agricultura.?Y la agricultura, per se, no es mala. La agricultura debe estar en un marco de sustentabilidad. Y la sustentabilidad no sólo puede medirse en forma productiva; y ni siquiera ambiental. También debe medirse en forma social.
- ¿Cómo se logra?
- Haciendo más eficiente la producción; que se usen menos agroquímicos y que estos sean de origen biológico o biótico. Se fomenta el control biológico, así como la generación de empresas que invierten en esa línea; así se usa menos petróleo, porque casi todos los agroquímicos de síntesis se hacen en base a la tecnología del petróleo; se protege más el ambiente, porque estos nuevos biopesticidas, o genes que son producidos en la planta hacen que ésta se defienda mejor.Es importante resaltar que, así como la agricultura, per se, no es perjudicial, tampoco la transgénesis per se lo es. Todo depende de cómo se use. El falso ecologismo es una trampa mortal: hizo que la tecnología de la transgénesis sea carísima, porque hay que pasar un montón de controles cuando se la usa. Y, ¿quiénes son los que pueden pasar esos controles? los que tienen plata, los factores de poder, las transnacionales. Y para los países emergentes, que tienen que lidiar con la mayor lacra de la Humanidad, que son las hambrunas, se vuelven casi inaccesibles. También por eso tenemos que asociarnos: para poder generar esa tecnología, que es cara, y ponerla a disposición de la gente.

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